lunes, 2 de julio de 2012

Esas primeras crónicas de una estudiante de Medicina.



Me vi al espejo, podía conquistar el mundo definitivamente… ahí estaba yo vestida de blanco
pero, no para casarme, era mi primer día de la escuela de medicina.

Era el primer año en que implementaban la regla del uso de uniforme blanco para acudir y no mutilar cadáveres en los anfiteatros, la verdad era que esas se convirtieron en las reglas mas nuevas de mi vida,así que yo ahí estaba, con mis zapatos blancos brillosos,
pantalón blanco con su respectiva raya planchada en medio, blusa blanca y filipina. La filipina era para mi como un saco de papas con bolsitas padres a los lados para guardar cosas, después esas bolsitas se convirtieron en el instrumento de supervivencia para cargar los medicamentos , las notas importantes y los pases que los médicos te dan en los hospitales, pero aun no, aun no vamos por allí.
Solo había entrado una sola vez, y fue para verificar la fechas de inscripción (si, antes tenias que
checar si lo de internet era cierto) así que yo muy propia llegue, estaciono mama el auto y al bajarme
con un aire de invencibilidad llega un señor y me dice: -ire señorita, ahí nomas se estacionan los
maestros, osease los DOCTORES, ¿si mueven  su carro por favorsito? – Y fue entonces cuando regrese
a la realidad.
No solamente tuvimos que   mover el auto, si no que al bajarme del polvoriento estacionamiento de
los estudiantes (típico) mis zapatos brillosos tomaron un color más opaco… algo así como
blanco ostión diría el pintor de casa, bueno les decía que no solamente me equivoque de
estacionamiento, si no que llegue DE MA SIA DO temprano y mi salón (por supuesto) estaba
cerrado… oh si.
- ¡pero en la preparatoria no se cerraban los salones! – mi mente apunto de entrar en pánico.
- Si pero los salones en la prepa no contaban con equipo de televisión, audio y proyector,
bienvenida a la universidad – mi mente recobrando su sentido común.
Y ahí… en una banca fuera del aula , me quedé sentada (¡solo había llegado media hora antes!), poco
a poco empezaron a llegar más personas como yo: uniformes blancos, sumamente almidonados
(obvio sacas el uniforme de la bolsa y sin plancharlos te los pones y hasta se notan los dobleces),
filipinas y con una cara de: yo voy a conquistar el mundo… justo como la mía.
Solo los de primero se presentaban esa semana para curso de introducción, donde básicamente te
dicen durante una semana: felicidades, son la élite de las carreras, bienvenidos y se aprenden los
primeros 15 capítulos de este libro y tú por supuesto te ríes pero de nervios porque justo ahí no
importa si puedes conquistar el mundo, a nadie le importa… primero te tienes que aprender esos
capítulos y LUEGO VEMOS…




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